De nuevo os traigo una de las joyas que están escondiditas por ahí y que juegan al despiste con el espectador. Veréis es en las distancias de una miniserie cuando se mide la valía real de un buen actor. Pocos son los que tienen las tablas suficientes para enfrentarse en soledad a encarar un papel como este.Pero... Michael Douglas las tiene y creo que después de la altura de las situaciones que le han llevado al ostracismo durante unos cuantos años de este siglo que nos contempla, se merece este retorno. Un retorno que sabe a dulce retiro, una historia con la que creo que se puede ir de este mundo cinematográfico más que satisfecho. Recordemos que hasta el propio Tommy Wisseau acudió a sus clases, a las de Sandy Kominsky. A pesar de ello, me temo que ninguno sabe exactamente de la verdad que rodeó a Kominsky. Salvo que era un mujeriego y peor actor, pero que se rodeó de gente con la que mantenía una relación cordial, cercana y relajada. El compañero de reparto en esta serie, que se marca unos soliloquios de caerse de espaldas, y que son dignos de las tablas de un teatro, llevados con elegancia y soltura. De alta espontaneidad y una frescura, que han logrado enganchar a una servidora para lo que resta de temporada. Su punto fuerte aparte de la interpretación de los actores, es la duración de cada capítulo, que te permite ver un par de ellos antes de echar el cierre al día. Ya que ninguno de ello sobrepasa los 30 minutos de duración,👁👁👉🏻🎤https://www.youtube.com/watch?v=StNoNZelRQY
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